Test – 22
Editorial – 24
“HIJA DE LA GRACIA”
La administradora Juliana Joice habla sobre el apoyo que la IIGD brindó a su familia en Portugal
CARLOS FERNANDES
Hoy en día, muchas personas cuestionan la importancia social de la Iglesia. Basados en conceptos erróneos, argumentan que la comunión de los santos en un templo es innecesaria, ya que todo cristiano puede profesar su fe dondequiera que esté. Si bien es cierto que el Espíritu Santo habita en el corazón de los salvos, la Iglesia de Jesús tiene un papel esencial en la vida cristiana, y esta centralidad se revela, sobre todo, en las dificultades.
La administradora Juliana Joice Rocha Silva, de 33 años, da fe de esta necesidad. Nacida en suelo brasileño, tiene la ciudadanía portuguesa y vive en Lisboa desde hace 15 años. A lo largo de este período, ha experimentado las bendiciones narradas en el Salmo 133: ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía!Colaboradora de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios, ejerce varios ministerios en la comunidad. “Soy parte de las redes sociales, de la alabanza, de los trabajos de acción social y de los Jóvenes que Vencen”, enumera. “Sí, hago parte de todo”, bromea. “La Palabra dice que hay una bendición en la comunión”.
Para Juliana y su familia, esta realidad se vivió en la práctica. “Mis padres vinieron a Portugal antes, mientras que mi hermano y yo terminamos la escuela secundaria en Brasil”, dice. Con el reencuentro familiar llegaron las dificultades. “Mi padre trabaja en la industria de la construcción, pero pasó un período desempleado, justo cuando nació mi hermano menor”. La crisis financiera solo se resolvió con la ayuda de los hermanos de la fe. “Ni siquiera teníamos dinero para comer”, dice. “La Iglesia nos ayudó con alimentos, recursos y facturas vencidas”.
Después que pasó el momento más difícil, Juliana y su hermano mayor se quedaron en Portugal, mientras sus padres regresaron con el niño a Brasil. Ella señala que, solo por ser parte de la Iglesia, fue notada su necesidad. “Tuve personas que me acompañaron y apoyaron en todo”, garantiza. “Estar en comunión nos hace, cada vez más, según la voluntad del Señor, porque crecemos juntos”.
Hoy, perfectamente adaptada al país europeo, la joven trabaja en el área de administración en una empresa de Ingeniería y Contabilidad. Su oración es que el Evangelio llegue a toda la familia: “En el nombre de Jesús, todos recibirán la salvación”. En cuanto a su propia fe, Juliana se estableció y fortaleció a través del trabajo de la IIGD, donde entregó su vida a Cristo. “Soy el fruto de ese ministerio. Soy hija de la Gracia, en ambos sentidos”.