Educación
América
EL MAYOR EJEMPLO
Somos como Nehemías en la reconstrucción de los muros de Jerusalén (Nehemías 4:6). Tenemos que reconstruir vidas, por eso no podemos detenernos. Algo que debe ser nuestra pasión es predicar el Evangelio a toda criatura. Este fue el último mandato de Jesús a sus discípulos (Marcos 16:15), antes de dejar el mundo y tomar su lugar a la diestra del Padre, sentado como el Todopoderoso. ¡Únase a nosotros!
La obra que el Padre nos ha encomendado es la obra más noble que cualquiera puede hacer sobre la faz de la tierra. Después de todo, arrebatamos a la gente del fuego eterno –teniendo misericordia de ellos bajo el temor del Señor y aburriendo incluso la ropa contaminada por la carne– y llevándolos al Reino de los Cielos (Judas 23). Por tanto, nunca dejaremos que los ofrecimientos de la puerta ancha nos encanten, ni que la fascinación por las riquezas nos envenene con el amor al dinero. Nuestro único objetivo debería ser tener los mandamientos y guardarlos. ¡A Dios sea la gloria! ¡Únase a nosotros!
El modelo más grande fue el de Cristo, quien, siendo Dios con el Padre, dejó Su gloria, vino al mundo, tomando forma de hombre, y se humilló para ser nuestro Salvador (Filipenses 2:5-8). Dado que Jesús nos ordenó que vayamos por el mundo para dar la Buena Nueva a todos, debemos esforzarnos por hacer las mismas obras que Él realizó (Juan 14:12). Así, tendremos el mismo poder, amor y habilidad. Quien no sirva para servir al Señor, nunca será elegido para compartir sus bondades e inescrutables riquezas. ¡Únase a nosotros!
Mire, el apóstol que no vivió con Jesús trabajó mucho más duro que aquellos que vieron el rostro del Maestro. Pablo es un ejemplo de alguien que fue contratado en el último momento y recibió lo mismo que los que trabajaron desde la mañana (Mateo 20:8-12). No importa a qué edad le haya llamado el Altísimo; vaya y complete su tarea con total dedicación, porque eso le agrada a Dios. ¡Únase a nosotros!
¿Cuántos miles de vidas han sufrido terriblemente en las manos de gente mala, como los emperadores romanos? Roma no apreciaba la vida de los cristianos y los arrojó a los leones para que los despedazaran. Sin embargo, con alegría, estos valientes hermanos dejaron que sus cuerpos fueran devorados. Después de todo, en el cielo, la recompensa que les esperaba era mayor y eterna. Sirvieron al Señor con amor. ¡Únase a nosotros!
Es necesario orar por los campos misioneros, donde las personas nacen, viven y mueren sin la oportunidad y el placer de escuchar acerca de Jesús y lo que hizo por ellos en la cruz del Calvario. Los “dueños” de estas vidas no ven hasta qué punto serán considerados responsables por ellas en el día del Juicio. Para tenerlos bajo su gobierno, actúan de forma amenazante y cruel, tratándolos como si fueran ganados en sus fincas, y no rinden cuentas a nadie. Pero, un día, estarán ante el Juez y Señor inmaculado. ¡Únase a nosotros!
Si no puede ir personalmente a estos lugares, vaya por medio de sus ofrendas. Ciertamente, Dios recompensará y honrará a quienes patrocinen la evangelización de los perdidos en todo el mundo. ¡Únase a nosotros!
En Cristo con amor
Dr. Soares