América / África
Pablito – ¡Echa fuera el miedo!
PATROCINIO BENDITO
La vida de Carmen ha cambiado desde que recibió el llamado del Padre
“¡Son tantas las bendiciones que he recibido que estoy asombrada!”, exclama la técnica de enfermería Carmen Lúcia Severo da Silva, de 48 años. Durante poco más de dos años congregándose en la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios (IIGD), ha acumulado experiencias con Dios durante ese tiempo.
Carmen estaba en un momento problemático: “Mis dos hijas solteras y yo nos mudamos de ciudad y llegamos aquí solo con nuestros objetos personales. Además, sin la comprensión acerca de las cosas de Dios, estaba en un matrimonio con problemas. Solo tuve decepciones”, recuerda. Desamparada, triste, decepcionada y angustiada. Es con estos adjetivos que Carmen resume su trayectoria antes de su conversión. Su matrimonio no se mantuvo. “Pero el Señor me guió a través de Su Palabra, usando pastores y hermanos. Me recibieron y me alimentaron”.
La situación comenzó a mejorar y el Señor empezó a guiarla en la caminata. Fue cuando Carmen sintió un fuerte llamado de inscribirse como patrocinadora de la obra de Dios. “Desde entonces, vi que las bendiciones venían de manera tan natural que solo puedo decir que es maravilloso cuando servimos al Altísimo con todo nuestro corazón”. Según ella, su mayor logro fue un empleo público en su área profesional. “Conquisté un sueño, que era trabajar en un hospital federal, con un buen salario y beneficios”. Las Escrituras declaran que la provisión del Señor es para los que creen (Salmo 34: 8,9), y Carmen disfruta de esa promesa. “Pude comprar mi carro, lo que aún sería imposible, y estoy invirtiendo en la compra de mi departamento”, declara feliz.
La mano del Altísimo también ha llegado a su familia. “Hoy mis hijas son bendecidas”. Carmen actúa como evangelista y completó el curso de formación en teología en la Academia Teológica de la Gracia de Dios (Agrade). Sus dos hijas menores, que viven con Carmen, son asiduas en las reuniones, y la mayor, casada y con un hijo, también sigue a Jesús. “¡Solo puedo estar agradecida! Responsabilizarme por la obra de Dios fue algo sobrenatural; empecé con una pequeña cantidad, pero le presenté este propósito a Dios, pidiendo que se multiplicaran mis diezmos y ofrendas, y me ha sorprendido”. La conclusión de Carmen es una: “¡Cuando creemos y permitimos la acción divina, el Padre nos da la dirección correcta!”.