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RETIRADA, PERO NO DE LA FE
Luego de otorgarle el beneficio de la seguridad social al que tenía derecho, lo único que quiere Marilza es servir mejor al Señor
Todo trabajador sueña con algún día poder disfrutar de los beneficios de la jubilación. Con la ex cajera Marilza Barbosa da Silva, no fue diferente, lo único que quería era garantizar los ingresos a los que tenía derecho y servir mejor a Dios. Por eso, cuando cumplió 60 años, el año pasado, presentó la solicitud ante el Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS). Sin embargo, había un temor: con la paralización de gran parte de los servicios del municipio, debido a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, no había certeza de que el proceso avanzaría a su debido tiempo.
Como lo ha hecho desde que empezó a asistir a la Iglesia de la Gracia, hace unos 20 años, Marilza se entregó a Cristo. “Escuché a la gente decir que tomaría demasiado tiempo, pero confié en el Señor. Le dije que cuando me bendijera con esta fuente de ingresos, podría volver a colaborar con su obra, como deseaba mi corazón”. El detalle es que, por absoluta imposibilidad, estaba teniendo dificultades para mantener el patrocinio, lo que la molestaba mucho.
“Desde el principio, cuando escuché al Dr. Soares hablar sobre el patrocinio, mi corazón ardió y entendí que era un llamado de Dios”, destaca Marilza. “Ayudar a mantener este trabajo es un honor para mí. La Palabra de Dios predicada por el Dr. Soares y los pastores llega donde yo no puedo; por eso es tan importante colaborar”. Ahora está segura de que seguirá participando en la predicación del Evangelio en Brasil y en el mundo; su jubilación le fue concedida en tan solo cuatro meses. “Me concedieron lo que tengo derecho sin siquiera pedir documentos adicionales. ¡Solo puedo agradecer a mi Dios por la bendición!”, se regocija.
Con más tiempo a su disposición, Marilza puede hacer lo que más le gusta: frecuentar asiduamente la Casa do Senhor. “Asisto a las reuniones de fe los miércoles, viernes y domingos”. Pese al cuidado de la pandemia –toda la congregación sigue los protocolos de seguridad sanitaria–, ella insiste en congregarse. “Esto es esencial, al igual que leer la Biblia y ver los programas de la Gracia todos los días. Con mi familia, sirvo a Dios al contar sus grandes hazañas. Con Jesús, es solo gozo y la seguridad de que Él nos cuida”.