Restauración
Editorial – 19
ES HORA DE APROBAR EL AÑO
Los desafíos educativos para 2021 son grandes, pero los profesores y los estudiantes encuentran, en la fe, la fuerza para seguir adelante
Pocos sectores se han visto más afectados por la pandemia y el aislamiento social impuesto por los riesgos a la salud que la educación. Por primera vez en décadas, las escuelas han permanecido cerradas durante casi un año completo y millones de estudiantes no están seguros de cuándo podrán regresar a la vida escolar presencial. El Ministerio de Educación, así como los departamentos estatal y municipal, aún no cuentan con elementos suficientes para definir cómo será el año académico 2021. En las instituciones privadas, el panorama no es mejor: muchos retomaron sus actividades de manera aún precaria en 2020.
La situación ha generado incertidumbre e inseguridad en muchas personas. Los especialistas en educación temen un aumento sustancial de la deserción escolar. Esto se debe a que, además de la imposibilidad de asistir regularmente a clases, muchos estudiantes tuvieron dificultades con el modelo de enseñanza a distancia. A eso se suma la falta de recursos económicos de varias familias para brindar internet y equipos, como computadoras o tabletas a sus hijos, y hay una dimensión de complejidad del momento. Esto es lo que observa el profesor Paulo Jorge Neves, de Río de Janeiro. Imparte clases desde 6º de primaria hasta último de bachillerato, tanto en colegios públicos como privados, y valora que el impacto varía según la clase socioeconómica del alumno. “En la escuela privada, pudimos dar clases con buen uso utilizando nuestras propias plataformas y dispositivos de evaluación en línea. Entre los estudiantes de las escuelas públicas, en cambio, las dificultades son mayores”.
Paulo señala que, independientemente de la edad, todos los estudiantes sufrieron trastornos emocionales, y esto también debe tenerse en cuenta. Según el profesor, uno de los mayores retos académicos será componer un currículum sin mayores pérdidas, rescatando parte de lo que ahora quedó fuera, además el contenido normal del curso académico 2021. “También está el tema de la seguridad sanitaria en el ambiente escolar”, agrega. Entusiasmado con su misión como educador, espera tiempos mejores. “Si Dios quiere, tendremos una vacuna accesible y luego podremos, poco a poco, recuperar el ánimo y volver a lo que tiene el brasileño tan especial, que es la calidez humana y el gusto por la cercanía en el aula”.
Ayuda divina
“Fue muy difícil seguir las actividades de la escuela. A veces no conseguía la motivación para hacer nada o no entendía las asignaturas”, admite Ana Luísa Damascena Petrolorenzo, de 13 años, alumna de 7º de primaria. Entiende que sus quejas son las mismas que las de millones de jóvenes y niños: “Sé que es complicado para todos”. Sin embargo, Ana Luísa contaba con una ayuda que ni siquiera los maestros más dedicados podrían brindar: la divina. Para la adolescente, miembro de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios, la fe es fundamental. “Siempre que me sentía triste o desesperada, Dios me recordaba que Él estaba conmigo y que podía enfrentar cualquier cosa, después de todo, el Señor nunca nos deja”, dice convencida. Por eso, ella encara el futuro con ánimo. “Espero que este año sea diferente. Deseo que todos los colegios vuelvan a la normalidad y que se vaya el coronavirus”.
“Es inevitable reconocer que hemos estado viviendo una situación estresante y traumática. Esta situación daña el estado psicológico de muchos estudiantes, comprometiendo su capacidad de aprendizaje”, observa el estudiante de medicina Alexandre Veronese Araújo, quien asiste a la sede de la IIGD. Él enfrentó una situación inusitada en su trayectoria académica: “Desde que hubo el paro, estuve cuatro meses sin clases, porque la universidad estaba adaptando el curso para que se diera a la distancia”. El joven tuvo que esforzarse mucho, sobre todo porque estaba al inicio del curso. “Sin lugar a dudas, mi fe en Cristo me impulsó a no darme por vencido en medio del camino. Es reconfortante conocer la Palabra de Dios y saber que Él nos protege”, revela. Alexandre reconoce que las cosas se han vuelto más difíciles porque nadie esperaba un cambio tan radical y repentino. “Pero, creo que mis compañeros cristianos, como yo, están un poco menos afligidos por todo esto, precisamente porque conocen la Biblia y creen en sus promesas”.
Para la pedagoga Mayara Lino, tratar de crear un panorama sobre el año 2020 no es lo ideal, ya que absolutamente nadie estaba preparado para vivir una pandemia: “Puedo decir que el año pasado fue agotador para la educación. Pocas escuelas han buscado entender y estudiar la mejor forma de continuar con las clases, lo que ha provocado un mayor desinterés”. Por otro lado, señala, también se pudo notar que tanto los padres como los alumnos valoraban y entendían la importancia de la escuela y del docente. “Las familias se dieron cuenta de que enseñar no es tan fácil como muchos dicen, y los alumnos entendieron que tener un maestro es fundamental para el éxito de su aprendizaje”. Mayara desarrolla el proyecto Irradiar, creado a partir de una publicación realizada en la página de Night4Jesus, un movimiento vinculado a la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios. “Observamos que muchos jóvenes dejaron de estudiar por dificultades y falta de incentivo y pensamos en crear algo que, de alguna manera, los apoyara”, explica la educadora. En el grupo se comparten materiales fundamentales para el Examen Nacional de Bachillerato –Enem– además de contenidos y archivos para una mejor organización del tiempo de estudio, noticias, intercambio de experiencias en educación y devociones para los estudiantes, entre otras cosas.
La iniciativa cuenta con el apoyo del liderazgo juvenil. “La Iglesia de la Gracia brinda un apoyo espiritual total a los jóvenes para que se mantengan firmes en la dirección profesional dada por Dios, apoyando proyectos, como Irradiar”, garantiza Mayara. Dado que la elección de una profesión es una de las decisiones más importantes para los niños, se presta especial atención a esta área: “En los últimos años, hemos estado debatiendo mucho con los jóvenes sobre tener al pueblo de Dios en todas las profesiones, una vez que nuestra misión en común es predicar el Evangelio a toda criatura”. Como no basta tener fe para obtener las mejores notas, la búsqueda de la excelencia es grande. “La dedicación es esencial para marcar la diferencia, ya que predicamos mediante acciones. Sabemos que el camino no es fácil, pero nuestro Dios nos asegura que está con nosotros y eso nos motiva y fortalece”.
“Por fe, no por vista”
Para los amantes del evangelismo, la expectativa de normalización de las actividades de los estudiantes en 2021 tiene un elemento más: la oportunidad de compartir su fe. “Nuestra confianza en la reanudación se basa en las Escrituras. Nada es imposible para Dios”, se entusiasma la estudiante universitaria Débora Fernandes de Oliveira Lima, del 7º período de Periodismo. “Las cosas van a cambiar; la gente estará sana y liberada de este virus”. Débora es la líder de Gemstone, un ministerio desarrollado por la Juventud de la Iglesia de la Gracia. El nombre significa Piedra Preciosa, y estos estudiantes quieren compartir exactamente lo que es más valioso: el amor de Cristo. “Tengo un llamado a predicar la Palabra de salvación a quienes no la conocen. En las escuelas y universidades, hay innumerables jóvenes con depresión y ansiedad. Son personas que se sienten solas y necesitan la paternidad del Señor”.
El trabajo empezó de forma improvisada hace unos años. Al principio, eran simples grupos de cristianos que hablaban de Jesús en las escaleras y en el patio del colegio, entre clases. “Al público le gustó y tuvimos que buscar espacios más grandes, como las habitaciones”, recuerda. Hoy, las células de Gemstone se encuentran en varias instituciones educativas. Uno de los énfasis es fomentar la evangelización personal, una antigua forma de anunciar el Evangelio que siempre ha dado frutos. “Motivamos a nuestros equipos a hablar de Jesús sin ser tímidos ni avergonzados. Hay un inmenso campo misionero en cada establecimiento educativo”. Al decir que se ha transformado totalmente desde su encuentro con Cristo, la joven cree que no hay límites ni barreras para quienes creen: “Caminamos por la fe, no por lo que vemos”, sentencia.