America / Africa
Restauración
CON ÁNGELES, EN LA UCI
La jubilada Dalva vio la muerte de cerca, pero hubo una constante intercesión por ella en la Iglesia
Cada vez más personas han reportado testimonios de sanidad por covid-19 en los servicios, programas de televisión y medios digitales de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios. La epidemia, que hace nueve meses, ha alcanzado a miles de víctimas, exige una vacuna eficaz para su control, y hay buenas expectativas de que, en el primer semestre de 2021, ya esté disponible. Mientras tanto, lo que se puede hacer es observar la atención básica de salud, mantener la distancia social y evitar aglomeraciones.
Sin embargo, cuando nada de esto da un resultado positivo, es hora de que el poder de Dios entre en acción. Ocurrió con la jubilada Dalva Pires de Souza. A los 61 años ya se incorporó al grupo de personas consideradas más vulnerables al nuevo coronavirus y se enfermó en junio. “Al principio parecía gripe, con fiebre baja”, recuerda su hija, Wedla Pires de Souza. “Llevamos a mi mamá al médico, que pasó análisis y medicamentos”. Sin embargo, en solo cuatro días, su estado empeoró y Dalva tuvo que ser hospitalizada. Su estado progresó rápidamente y la paciente se sometió a intubación.
Su familia estaba alarmada. “Cuando pedíamos información, solo recibíamos boletines informativos que decían que la situación era grave”, continúa Wedla. Por ello, se inició una campaña de oración entre los hermanos de la Iglesia de la Gracia: “Clamamos por la vida de mi mamá. Llamé a todos para que se unieran a nosotros en tal propósito”. Mientras tanto, Dalva, en la UCI, alternaba momentos de lucidez y sueño inducido. “Vi muchas cosas, incluso tuve alucinaciones”, recuerda. En una de estas ocasiones sintió la presencia de ángeles alrededor de la cama. “Era como si Dios me estuviera visitando”.
Y fue. En casa, su familia oraba día y noche, reprendiendo el espíritu de muerte. Tras la fase más crítica, Dalva fue llevada a la enfermería, donde permaneció durante 16 días. En ese momento, la mejora fue evidente. “Me acordé del Salmo 118:17: No moriré, sino que viviré, y contaré las obras de JAH. De regreso a casa, la jubilada se recupera: “Cada día me siento más fuerte”. Por recomendación médica, aún no ha reanudado su vida normal. “Solo he estado en la Iglesia para participar en la cena y entregar mis diezmos y ofrendas”, comenta. Wedla, siempre a su lado, es solo gratitud: “Agradezco a todos los que formaron parte de nuestro equipo de intercesión con el Señor”.