Liberación
Editorial – 17
LO “NUEVO NORMAL” DE LA FE
En todo el mundo, la IIGD mantiene estrategias exitosas adoptadas durante la pandemia
Dado que la pandemia de covid-19 es mundial, las soluciones encontradas deben ser globalizadas. En todos los países en los que mantienen templos, la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios tuvo que adoptar estrictos protocolos de seguridad sanitaria, según las reglas establecidas por las autoridades locales, para poder recibir nuevamente al público. Sin embargo, en los meses de aislamiento, pastores, colaboradores y miembros encontraron nuevas formas de continuar la obra de Dios. Ahora que varias naciones han practicado el alivio progresivo del aislamiento social, es hora de volver a la normalidad. ¿Será? Ante los excelentes resultados obtenidos con los servicios en línea, las asesorías virtuales, los chats de oración y los mensajes transmitidos por aplicaciones, numerosas estrategias están para quedarse. Es “lo nuevo normal” de la fe.
Las iniciativas varían de un lugar a otro y se adoptan de acuerdo con la gravedad que alcanza la proliferación de la enfermedad. En Argentina, por ejemplo, se tomó en serio la suspensión de todas las actividades públicas. “Nuestros templos permanecieron cerrados desde el 19 de marzo y los pastores solo podían circular con permiso, en caso de visita urgente a algún miembro o ceremonia fúnebre”, señala el Pr. Anselmo Battistella, responsable de la IIGD en el país. “De esta forma, nuestras actividades se plasmaron en el uso de tecnologías, como las redes sociales, Zoom y WhatsApp”. La sede de nuestra Iglesia, en la capital Buenos Aires, permaneció abierta solo por las grabaciones de las transmisiones en línea. Recientemente se permitió a las personas orar en la iglesia individualmente.
Desde el inicio de la cuarentena, Battistella y su equipo han elaborado un plan de acción buscando un contacto frecuente con los miembros. “Creamos un grupo de apoyo, y cada pastor o auxiliar se encargaba de atender a un centenar de personas, a través de frecuentes llamadas, para, de esta manera, evitar el enfriamiento de la fe”. En este grupo de trabajo de consejería y oración se detectaron varias necesidades, entre ellas las que habían dejado de beber o fumar y estaban retrocediendo. Otra medida fue adaptar a las personas, acostumbradas a la calidez y comunión de los servicios presenciales, a las celebraciones virtuales. Una actividad de emergencia que debe permanecer es la aplicación Smart Pastor, creada por Battistella, con el fin de facilitar la comunicación entre los fieles y los líderes. “A medida que se fueron introduciendo servicios en las redes sociales, el número de visitas creció, ya que otras personas, cristianas o no, comenzaron a seguirnos”.
La aplicación pone a la oveja en contacto directo con el pastor. “Así, el primer ministro de la Palabra que esté disponible contestará. Hoy, ya tenemos casi 2 mil personas atendidas, de 17 países, y un grupo de 30 pastores presentes”. La oferta de servicios espirituales es abundante: a lo largo del día, cualquiera puede participar en los servicios en línea. “Ahora que regresamos a la normalidad, será difícil interrumpir esta rutina”, predice Battistella. “La Iglesia aprovechó la oportunidad para romper barreras e innovar”.
COMUNIÓN DIRECTA
Después de 80 días sin servicios presenciales, la Iglesia de la Gracia en Portugal encontró nuevas formas de interactuar. Se hizo el esfuerzo de formatear reuniones remotas. “La alabanza era realizada por miembros del grupo de música en su casa, y nos enviaban este contenido para la apertura de los servicios”, explica el pastor Leandro Machado, líder de la Iglesia en el país. “Los testimonios, la escuela de los niños, en fin, todo el equipo de voluntarios trabajó. Fueron necesarios meses de esfuerzo, con un resultado sorprendente. Seguimos creciendo”, garantiza. Entre las iniciativas, se destacaron los encuentros a través de la plataforma Zoom y una serie con transmisión exclusiva en YouTube, además de la Sala de Intercesión, donde se mantiene en línea un equipo de oración para tal fin.
“Esto vino para llevarnos a un mayor nivel de crecimiento”, destaca el pastor. “A veces algo nos empuja, lo que al principio da miedo. Pero en todo, hemos crecido. En poco menos de tres meses, incluso aquellos que nunca habían usado Internet se vieron obligados a aprender. Es hora de que la Iglesia de la Gracia utilice la creatividad para alcanzar niveles nunca antes imaginados”. Eso es también lo que piensa el Pr. Glauber Morare, de Estados Unidos. En el país con mayor número de muertes por el nuevo coronavirus, las relaciones sociales, la economía y las instituciones religiosas se vieron profundamente afectadas. “Estas demandas nos han llevado a un modelo de comunicación directa, como son las transmisiones de servicio en vivo y las llamadas”, dice el líder. “Nos acercó a la gente. Sin duda, es algo que debe permanecer”.
Se hizo un trabajo de hormiga para contactar a cada miembro registrado y visitante. “Optamos por los servicios en línea por medio del Facebook con transmisión simultánea por el programa de radio USA diariamente, con la participación conjunta de los pastores”. Y que nadie piense que, como está ubicada en una nación desarrollada, la Iglesia de la Gracia en los Estados Unidos no atiende a quienes necesitan ayuda material. La economía estadounidense se ha visto sacudida por la crisis sanitaria mundial y el desempleo ha afectado a las poblaciones más vulnerables, como los latinos. En el sur de Florida, la IIGD, en asociación con el programa de radio, estableció el ministerio Fe en Acción, que distribuye canastas de alimentos básicos y otros artículos, una actividad que también se mantendrá.
OPORTUNIDADES EN DIFICULTADES
En las cuatro iglesias de la IIGD en los Estados Unidos: –Somerville, en Massachusetts; Pompano Beach y Miami, en Florida; y Newark, en Nueva Jersey–, los procedimientos adoptados fueron los mismos en cuanto a medidas de seguridad. Según Glauber, muchos se acercaron al Evangelio durante este período: “El mayor desafío es tener la sabiduría para hacer que los que han sido alcanzados se reúnan en persona y comprendan la importancia de esto”. La expectativa de este líder es que cada avance se mantenga. “Muchos, incluidos los pastores, han aprendido a utilizar los recursos digitales. Esta evolución hará que el Evangelio sea aún más predicado”.
Cuando las dificultades son grandes, surgen oportunidades de cambio. Así sucedió con la Iglesia de la Gracia en Sudáfrica, cuyos templos tuvieron que permanecer cerrados durante casi cuatro meses. “Este hecho nunca había sucedido”, dice el Pr. Rodrigo, líder en el país. “Tuvimos la necesidad de implementar un nuevo sistema de acción que no se usaba mucho aquí”. Rodrigo se refiere al uso de las redes sociales, algo que no es accesible para muchos sudafricanos: “Para una gran parte de la población, las tarifas son demasiado caras”, explica. Los servicios en vivo y por WhatsApp, enviados diariamente a miles de suscriptores, no llegaban a todos. En las últimas semanas, con la flexibilización de las medidas, los templos en Ciudad del Cabo, Parow, Khayelitsha, Mfulene, Atlantis, Brooklyn y Durban han recibido un público cada vez mayor.
Así, fue necesario recurrir a nuevas estrategias, como intensificar la evangelización, y varias personas aceptaron a Jesús como su Salvador y se unieron a la Iglesia. “Empezamos a recibir nuevas familias que conocieron el trabajo de la IIGD a través de internet”, continúa el Pr. Rodrigo. “Llegamos a personas de provincias lejanas y del extranjero, como Uganda, Kenia, Zimbabwe, Burundi y Namibia”, enumera. Con más gente surgen más necesidades, que se han incrementado con las restricciones económicas provocadas por la pandemia. La acción social practicada por la Iglesia de la Gracia en Sudáfrica se ha intensificado. “Hemos estado haciendo trabajo de ayuda humanitaria con los barrios más pobres, y esta actitud ha movilizado a pastores, colaboradores y miembros”. Para el pastor, todo lo que sucedió llegó para quedarse. “Además, nos demostró que somos capaces de trabajar de otras formas y estar sujetos a condiciones difíciles. Es posible hacer crecer la Iglesia”, concluye.