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DE LA MUERTE A LA VIDA
Después de intentar suicidarse y sufrir depresión y problemas emocionales, Jasminy encontró la verdadera paz en Cristo
Al inicio de la investigación de este reportaje, Jasminy Cristina Costa Lisboa dejó clara su intención: “Hoy, abro mi corazón para que mi testimonio sirva de advertencia”, enfatiza la joven de 26 años. La parte más dramática de su historia fue un intento de suicidio en el mar. “Sin que mi familia lo supiera, salí de casa y fui a una playa que está bien lejos de mi casa. Un salvavidas y una joven que vendía comida me salvaron”, recuerda.
El camino hacia el acto extremo fue largo y doloroso. La teleoperadora de Call Center se dio cuenta de que algo andaba mal cuando empezó a sufrir ansiedad y depresión. “Gasté mucho dinero en médicos y psicólogos. Tomé muchos medicamentos, que me dejaban dopada”. Jasminy dice que se sentía cada vez más enferma: “No tenía deseos de hacer las cosas, mi presión no se normalizaba, y pasaba noches sin dormir.
En abril de este año se produjo la primera crisis y la serie de hospitalizaciones. Jasminy asistía a la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios en un barrio de su ciudad, bajo la influencia de su abuela. Sin embargo, sin firmeza en la fe, terminó involucrándose en prácticas mundanas. “Me perdí por completo y dejé de ir a la iglesia”. En aquella época, su suegra, al ver que no estaba en condiciones de cuidar a sus dos hijos, de 12 y 5 años, los llevó a vivir con ellos a otra ciudad.
Rescatada del mar ese domingo lluvioso y oscuro, Jasminy pasó por una transformación. “¿Cómo dejaría a mi familia que me ama y a mis hijos?” Su abuela la llevó a la Iglesia y allí, Jasminy asegura haber sentido paz. “Lloré durante toda la reunión. Al final, la pastora Kátia Cristina oró por mí”. Durante las siete semanas siguientes, la joven participó en los Viernes de Liberación, además de convertirse en espectadora asidua de los programas de la IIGD y del Dr. Soares en la televisión y en los medios digitales: “Todos en la congregación oraban por mí y me visitaban. Fueron como una familia y entraron en una batalla espiritual conmigo. Estoy muy agradecida por todo”.
El 14 de junio, ya liberada, Jasminy se bautizó. “Vi cuántas personas estaban a mi alrededor para darme amor y cariño. Comprendí que no tenía que pasar por los problemas sola”, se alegra. Hoy, con Cristo, ella se siente otra persona. “Veo la vida con más amor y alegría. Cuando surgen pensamientos que ya no concuerdan con mi alma, los reprendo en el Nombre de Jesús”. El dinero usado en consultas y psicoterapia ahora se usa para la obra del Señor y la familia. Para Jasminy, domingo ya no es un día para intentar la muerte, sino para experimentar la vida en abundancia: “Es cuando siempre voy a la casa del Señor para agradecer”.